Freyax

domingo, 1 de junio de 2014

900 + 1

El amor es un "pelotazo" que dura 900 días de media. Durante los primeros cien se activa una región del cerebro que genera hiperactividad: toda la energía se focaliza en la pareja y no existe nada más. A los 300 días ese fogonazo de pasión pierde llama y a los 900 se apaga. Nuestro cerebro no está programado para la monogamia.

Según Wikipedia, “la infidelidad amorosa, acepción con la que frecuentemente se asocia el término, es descrita, grosso modo, como la falta al pacto normativo que limita el número de personas involucradas en una relación amorosa o erótica y, por tanto, la prohibición de mantener otras de forma paralela, sean ocasionales o continuas. De forma que, en las relaciones con tradición monogámica la inclusión de un tercero supone una violación del acuerdo, mientras que en relaciones poliamorosas se produce al involucrar a personas ajenas al círculo aceptado. Bajo esta definición, ser infiel es romper de forma consciente un acuerdo afectivo o sexual preestablecido para el tipo de relación escogida.”

Por lo tanto se entiende, y así lo hago constar, que en ningún caso el ser infiel es cuestión de hombres o mujeres, de parejas liberales o no, de swingers o de solteros convencidos, de los que van a clubs liberales o de los que se toman una copa en su bar de siempre, de los que practican intercambio de parejas o solo lo hacen con una mujer u hombre  en exclusividad…yo, como siempre, hago mis divagaciones (ultrapersonales) en el sentido que me llevan mis pensamientos y que plasmo mientras tecleo.

Aclarado este punto, ahí voy:

Grandes poetas y pensadores han escrito que hay una mujer al principio de todas las grandes cosas. Creo que eso es algo indiscutible. Al fin y al cabo las mujeres traemos al mundo, de manera que siempre estamos al principio.

Llega un punto en la vida de cualquiera, ya sea en un restaurante, viendo una película o paseando a solas por la calle, que se plantea una pregunta: ¿qué más necesito? Se trata de una pregunta que, una vez planteada, es casi imposible responder. Puede que en ese momento preciso no te haga falta nada. Puedes tener cubiertas tus necesidades más tangibles, una bicicleta con la que llevas toda la vida, la cama donde duermes, tu silla preferida…También están las cosas intangibles: amor, amistad, pasión, fe, satisfacción. Pero es una pregunta que se piensa una y otra vez, porque pocos de nosotros tenemos lo que necesitamos…,o pocos de nosotros pensamos que tenemos lo que necesitamos, que para el caso es lo mismo. ¿Necesito más? ¿Estoy satisfecho?
Hay una codicia innata en la naturaleza humana: empujó a Eva a comer de la manzana. Incita y hace de nosotros una marioneta. Odiamos la idea de que hasta aquí hemos llegado, y no nos sentimos satisfechos con lo que tenemos o con haber llegado hasta donde hemos llegado. Queremos más, ya se trate de respeto, dinero, amor o sexo. Y esa insatisfacción nos impele a probar cosas nuevas, a hacer frente a lo desconocido, a cambiar nuestra vida y arriesgarnos a perder todo lo que teníamos.

Como el hombre casado que se levanta de la cama, después de besar con ternura la frente de su mujer (o no, pero sí de estar seguro de que se ha vuelto a dormir) y cierra la puerta sin hacer ruido al salir.
Delante del ordenador, empieza su traición nocturna. Hay mensajes de mujeres, algunos apasionados, otros intensos, y los menos son, descripciones gráficas de lo que les gustaría hacer con él. La máscara diurna cae y, excitado, responde de manera similar, en comunión con cada una de ellas por el ciberespacio.
Le sorprende lo fácil que parece todo. La naturalidad con la que engaña. Ha descubierto que hay algo más, algo que no había conocido antes, otra dimensión en la que el tiempo y el espacio existen en un plano distinto, y solo piensa en cruzar ese puente para vivir lo deseado.

Son hombres que tienen una vida sexual simple, con los años cada vez hacen menos el amor. Tienen una relación funcional, no es apasionada. Cuando lo practican, suele ser con la luz apagada y en un mete saca donde después cada uno se da la vuelta a su lado de la cama. Piensan que sus mujeres son frígidas, pero yo creo que no son personas muy sexuales. No es que el sexo les sea indiferente, creen que tiene sus cosas buenas, sus placeres incluso, pero les importa más la familia, la seguridad del hogar. Son mujeres que pueden intuir que no hay amor en su vida, pero lo que de verdad les destroza es enterarse de que el amor que tenían es una mentira.

El hombre infiel se levanta un día, al cabo de años de ser el que todo el mundo pensaba que era, o debería ser y termina por coger lo que quiere, vivir lo que desea y no debería, más bien no debe volver al vista atrás, simplemente ser consecuente con la decisión que ha tomado.

Pocas cosas hay más poderosas, más embriagadoras que saber que hay alguien que te desea profundamente. Y si es ilícito, secreto, prohibido, tanto más excitante. El deseo lo es todo, la vergüenza no tiene cabida en él.

Cuando uno está ardiendo, se quema. Imposible no  quemarse. Es así de sencillo.