Freyax

lunes, 22 de septiembre de 2014

Picaderos?...Hoteles del amor?...

Barcelona es una de las ciudades de España, con más oferta sexual de cualquier tipo. Es una de las capitales europeas con mayor número de “hoteles del amor”. Así es como se llaman esta clase de hostales donde se alquilan habitaciones por horas para encuentros sexuales.
Los love hotels, también llamados meublés, nacieron, como no podía ser de otro modo, en Japón, y se extendieron a una velocidad desmesurada a raíz de la gran demanda; en Tokio hay hasta barrios llenos, uno tras otro, con distintas decoraciones, y para todos los gustos.

Son hoteles donde, ante todo, reina la discreción; un cliente jamás se cruza con otro. Y muchos de ellos tienen acceso directo a las habitaciones desde el parking, un aparcamiento en el que todas las matrículas están cubiertas de tela oscura para así proteger la intimidad de cada huésped. Habitaciones a la carta donde se puede disfrutar de jacuzzis, camas redondas, colchones de agua, enormes espejos, luces de neón con reguladores de intensidad, un televisor con decenas de canales porno… y todo tipo de complementos para crear un entorno de lo más sexual.
Yo probé uno hace algunos años, y la verdad es que no fue una de mis mejores experiencias. A pesar de que la compañía era muy buena, terminé mareada de tanto atrezzo en la habitación. Recuerdo tumbarme en la cama y quedarme atónita con la cantidad de puntitos luminosos que cubrían el techo simulando un cielo repleto de estrellas. Jugué con un regulador de intensidad de luz que tenía a mi derecha y probé a ver qué ocurría… entonces pude ver como cada una de los puntitos se convertía, como por arte de magia, en brillantes y esplendorosas Venus, ofreciendo un color azulado escandalosamente cautivador. Terminé por apagarlo del todo. El resto de la decoración me pareció pésima, y el televisor (tipo hospital, colgado en el techo) con porno duro me terminó de desalentar del todo. Dicen que en los de Japón hasta hay videoconsolas, ¿os imagináis el plan? joder… yo sí, con el mando en la mano.

Puedo entender que muchos amantes y parejas liberales sin lugar donde estar, les vayan estupendos los meublés, pero a mí, el sexo premeditado no me dice nada. Me gusta la luz natural, sea de día o de noche, vibro con las situaciones improvisadas, disfruto con los arrebatos sexuales en cualquier lugar que no esté preparado explícitamente para ello: un parking, bajo la mesa, en un probador… esa espontaneidad me excita. Y si lo que me apetece realmente es gozar de las comodidades de una buena cama, pues me voy a un hotel, hostal, pensión, etc, porque tanto artilugio me desinfla.

De todos modos, ya os he comentado que he probado uno, cuyo nombre no voy a indicar, y como ya hace unos añitos, seguro que algo habrá cambiado la cosa.
Lo que no me explico es porque les llaman lovehotels, creo que no es necesario andarnos con eufemismos varios para denominarlos, yo los llamaría sex hotels, o picaderos a secas. Llamemos a las cosas por su nombre.



Nunca dejes de jugar.