Freyax

sábado, 22 de febrero de 2014

Yo, me masturbo.

"No te toques eso que te quedas ciega" o "Al final te sale pelo en la mano"…
Todos sabemos que esas afirmaciones son falsas.

Olvídate de recurrir siempre a las parejas liberales cada vez que tu cuerpo tenga la llamada del orgasmo. Aunque la masturbación mutua y el morbo de que tu pareja te vea hacerlo... mmmm... Son tus momentos de intimidad, para esos instantes de desconexión, para cuando tu libido esté a flor de piel, para explorar, descubrir y experimentar... tócate, conócete y siéntete!!

Se ha extendido tanto esa idea que tocarse un pie no es malo, pero tocarse el pene o la vagina (salvo por urgencias mingitorias o mensuales) que también es parte del cuerpo, lo es.

Qué manía con que masturbarse es malo. Esa idea está directamente relacionada con el miedo al placer o a las imágenes que evocamos para provocarnos placer. 
A las que evocan en su cabeza quienes continuamente se recriminan sentir atracción por ellas y que por eso les han colgado el sustantivo de "pecado" y el adjetivo de "improductivo".

Pero, ¿qué pasa con esas mujeres que, como yo, no necesitan tocarse para correrse? ¿Qué pasa cuando me corro tumbada bocabajo en la cama, con las bragas a media pierna, rozándome levemente el clítoris con las sábanas hasta que el bendito (sí, bendito, glorioso, diría incluso) calambre del placer me sacude con convulsiones que no puedo controlar? Mi cabeza se llena de chispas nerviosas, de electricidad y sacudidas, de energía maravillosa y sensaciones indescriptibles y los gemidos traspasan el grosor de mi almohada.

Juraría que a mis vecinos, que son quienes sufren prácticamente cada día mis masturbaciones, no les molestan unos segundos de liberación emocional y verbalizada de mi placer. Es más, sospecho que alguna vez puedo haberles animado a alargar un poco su vigilia dándose el uno al otro algo más que la espalda en la cama.

Entonces, veamos... a quién más puede molestar que yo me masturbe si lo hago en privado, no lo hago en horas de trabajo (suelo hacerlo en mis horas libres, por supuesto), ni dejo manchas de recuerdo para que las limpie otra persona... Si la ciencia ya ha demostrado que ni te salen granos ni te quedas ciego por ello, qué mal hace que yo disfrute de mi propia habilidad para proporcionarme placer en solitario.

No sé a los demás, pero a mí correrme me relaja, me pone risueña, me provoca descargas de endorfinas y creo firmemente en el beneficio para la autoestima de quererte mucho; de darte placer también físicamente (no todo va a ser comer chocolate), de acariciarte con mimo y cuidarte. ¿Por qué dicen que es improductivo? ¿Porque obviamente no me voy a quedar embarazada en el acto? ¿Porque he descubierto que, para darme gusto de manera ocasional, no necesito echarme en brazos de un hombre o mujer (¡ja!, porque podría ser de otra mujer...)?

No acabo de entender "improductivo" en boca de gente que no se masturba porque piensa que es malo y, por tanto, no sabe lo que se pierde. Improductivo es perder tiempo intentando volver a la retórica del miedo a tocarse, porque los seres humanos somos seres mentales y espirituales, pero profundamente físicos. Improductivo es pensar que las personas sanas y normales no podemos controlar esos impulsos y que vamos por la vida como monos haciéndonos pajas por doquier. Nada más lejos de la realidad.

Las personas de mi entorno son gente a la que le parece sano y saludable masturbarse, y lo hace de vez en cuando, pero no cada cinco minutos, porque valora el momento y le gusta disfrutarlo. Calidad, no cantidad. Ése es el secreto.

No se me ocurrirá a mí juzgar a quienes eligen no masturbarse, porque no es una obligación hacerlo. Pero que no me digan que es malo, sucio (salvo aquel que pringa el baño) e improductivo y que puedo aprovechar mejor mi tiempo en actividades de tipo cultural, como si una cosa fuera sustitutivo de la otra.

A ver, los que nos masturbamos somos muchos: con y sin estudios; hablamos o no varias lenguas con soltura; leemos ensayos, cómic, poesía, historia... (no estamos abonados únicamente a las sombras de Grey); vamos al cine, al teatro y a la ópera; discutimos de política, sociedad, moral, fútbol y filosofía... tenemos objetivos en la vida, la mente clara y el alma en paz.


No somos todos, pero sí somos una mayoría plural, discreta y tolerante. Y una mayoría así no puede (ni debe) tomarse por equivocada.





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