Cuando llega el calor estoy en mi salsa. Me encanta estar desnuda en casa y sentir como la liberación de mis pechos y mi sexo me tiene siempre húmeda y predispuesta al placer.
Harta del ceñido vestido y los tacones por fin llegué a casa.
Solita durante tres horas, no me lo podía creer, así que opté por no hacer
absolutamente nada, ni tan siquiera de comer. Según entre por la puerta me
desnudé dejando toda mi ropa en el suelo (había tiempo de colocarla), me serví
una copa de vino, cogí mi vibrador y me tumbé en el sofá con la habitación en
penumbra. Fantástico!
El primer sorbo se deslizó suavemente por mi garganta e inundó mi
cuerpo de un caluroso bienestar. Mientras miraba mi vibrador, mis dedos se
hundían en mi sexo mojándolo rápidamente y deseando un masaje profundo en mi
clítoris. Lo agarré y lo metí en mi boca llenándolo de saliva sabor a vino y lo
encaucé suavemente en mi sexo mientras mis dedos separaban mis labios vaginales
para hacerle el camino más placentero. Cuando lo introduje hasta el fondo de mi
sexo, y colocando el estimulador de clítoris en su punto idóneo, le di una
velocidad muy suave y cerré las piernas dejando que hiciese su trabajo mientras
seguí con mi copa en la mano y la otra pellizcaba mis pezones. Qué placer!
darle al cuerpo lo que pide!
Ummm…el placer intenso, crecía por momentos, estaba excitadísima.
Dejé la copa en la mesa y cogí el toro por los cuernos. Abrí mis piernas al
máximo y movía mi vibrador imaginándome la lengua de mi hombre
recorriéndolo y sorbiendo mis fluidos mientras su barba acariciaba todo mi
sexo. Necesitaba tener su pene en mi boca mientras me masturbaba pero estaba
sola, así que solo pude conformarme con que me llevara al orgasmo aquel látexrojo y gemí sin cuidado a que me oyese nadie. Lo saqué suavemente de mi sexo y
lo dejé sobre la mesa mientras el sueño me inundaba.
No se cuanto tiempo dormí desnuda en el sofá, pero creía estar en
ese duermevela que los sueños parecen reales cuando sentí recorrer mi espalda a
besos, mientras una mano acariciaba la cara interna de mis muslos. Conmocionada
aún del orgasmo y del sueño, abrí los ojos lentamente porque aquello era
demasiado real para ser un duermevela y lo veo a él, sentado junto a mí,
con la camisa completamente desabotonada dejando ver su pecho masculino y sus
vaqueros henchidos por la visión de mi desnudez.
Ya has llegado mi amor?
Si, y veo que te lo has pasado bien en mi ausencia.
Me relajé y como tú no estabas….
Ahora estoy, y tengo ganas de ti.
Y en ese momento sus dedos me penetraron haciéndome despertar por
completo. Levanté mi culo en pompa ofreciéndole mi sexo en señal de sumisión,
entonces se levantó, sacó de su bolsillo un pañuelo de seda y me ató las manos
a la espalda, separó la mesa baja del salón y la colocó en el centro. Me ayudó
a levantarme y me colocó tumbada boca abajo, con las piernas bien abiertas y
sentí caer sus pantalones. Se arrodilló detrás de mí y cual hombre venerando el
sexo de su amada, comenzó a recorrerme con su deliciosa lengua mientras su
barba masajeaba su camino. Escalofríos recorrían todo mi cuerpo, mi boca se
llenaba de saliva y gemidos mientras su lengua se hacía camino en todos los
rincones de mi sexo. Movía su lengua rápida sobre mi clítoris y oía sus
chupetones haciéndome casi desmayar. Mi orgasmo llegó fuerte y rápido, dejando
mis piernas temblando y le supliqué que parase intentando mover mi culo y
alejarlo de allí, pero aquello le excitaba aún más y sujetó con una fuerza
brutal mis piernas para que no escapase de su boca.
Siguió masturbándome con
la lengua, y lo que al principio era un pequeño dolor de la sensibilidad del
primer orgasmo al momento se convertía en otro aún mayor. Ya no tenía fuerzas
para moverme ni para suplicar que me dejase, y cuando consideró que eran
suficientes mis orgasmos se levantó y se colocó frente a mí. Agarró con
sus manos mi cabeza caída y metió su polla en mi boca moviéndola a su antojo.
¡Que Delirio! Si hay algo que me gusta tanto como que me coman, es devorar el
sexo de mi hombre.
Intentaba sujetar su pene con mi boca con fuerza para que no se
escapara, pero el la sacaba y respiraba para no correrse y cuando lo tenía
controlado volvía a violar mi boca diciéndome mil cochinadas que me excitaban
todavía más. Estaba muy dura y entonces soltó mi cabeza con suavidad y volvió a
la retaguardia. Sentí como ensalivaba de nuevo todo mi sexo y sabía lo que me
esperaba, pero ya no podía hacer nada porque mi cuerpo estaba inerte. Me
penetró dulcemente y comenzó unas frenéticas entradas y salidas de mi sexo
mientras me azotaba las nalgas, sentía como sus testículos golpeaban mi
clítoris enloqueciéndome de nuevo. Siento como salé de mí y la introduce
lentamente en mi culo, haciéndose camino poco a poco y cuando estaba entero
dentro de mí, sujeta las ataduras de mis manos y comienza de nuevo sus
bombeos como un poseso. Cuanto más le suplicaba que me dejase de una vez, que
estaba rota, más rápido se movía, hasta que salió deprisa de mí y vino a
ofrecerme su corrida. Tragué, saboreando cada gota hasta que se derrumbó frente
a mí besándome en la boca. Me desató, me cogió en brazos y me subió a nuestro
santuario donde me envolvió entre sus brazos, alabando lo afortunado que era.
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