Freyax

sábado, 29 de noviembre de 2014

Yo quiero ... sí quiero

A uno de mis amantes (que además tiene su pareja liberal) y a mí nos encanta jugar al spanking, se trata de un término inglés que viene a definir los azotes o nalgadas, que se realizan con la mano o cualquier otro complemento erótico como látigos, cuerdas, etc. en los glúteos de la pareja con fines eróticos.

Y después de la explicación…tengo que decir que, no quiero escoger… ¿Y por qué tener que hacerlo? Yo que soy un poquito caprichosa quiero tanto caricias como azotes, siempre que vengan de ti. Visto así, quien tiene la culpa de que sea caprichosa, sin duda eres tú.

Eres culpable de que disfrute bailando entre infinidad de dualidades, pero sin duda la que más me perturba y reconforta a la vez, es la que se produce entre tus caricias y tus azotes. Y lo sorprendente es que ambos se llevan a cabo a través de tus manos. Es excitante ver y sentir como alternas entre caricias y azotes. Esas caricias dulces con las que me erizas la piel y pones en aviso a mi cuerpo de las travesuras que deseas hacerme. Esa dulzura con la que me acaricias como si fuera un juguete de cristal, frágil y resistente a la vez. Una dulzura que me alivia y que en ocasiones me perturba, cuando se dibujan las caricias entre tus azotes. Esos azotes con los que corrompes mi piel, provocando sensaciones tan opuestas y a la vez necesarias y con los que aflora una agresividad que me reconforta. Una agresividad con la que consigues dibujarme tus deseos más íntimos e instintivos, permitiéndote ser sin condicionantes y a la vez con la que me conduces a un confort sin igual.


Pero para qué negarlo, yo también soy culpable. Culpable de hacerte disfrutar con esas caricias tan agresivas y esos azotes tan dulces. Es más, somos culpables ambos de jugar con el reflejo de nuestras dualidades porque cuando la dulzura aflora en mí es cuando tu agresividad azota y sin duda, cuando tu dulzura acaricia es mi agresividad la que brota entre mordiscos, descaros y rebeldías. Y qué quieres que te diga, me siento afortunada y bonita de podernos permitir ser entre caricias y azotes, entre la dulzura y la agresividad que se dan la mano y unas veces aprieta la dulzura pensando que acaricia la agresividad.

Nunca dejes de jugar.



lunes, 22 de septiembre de 2014

Picaderos?...Hoteles del amor?...

Barcelona es una de las ciudades de España, con más oferta sexual de cualquier tipo. Es una de las capitales europeas con mayor número de “hoteles del amor”. Así es como se llaman esta clase de hostales donde se alquilan habitaciones por horas para encuentros sexuales.
Los love hotels, también llamados meublés, nacieron, como no podía ser de otro modo, en Japón, y se extendieron a una velocidad desmesurada a raíz de la gran demanda; en Tokio hay hasta barrios llenos, uno tras otro, con distintas decoraciones, y para todos los gustos.

Son hoteles donde, ante todo, reina la discreción; un cliente jamás se cruza con otro. Y muchos de ellos tienen acceso directo a las habitaciones desde el parking, un aparcamiento en el que todas las matrículas están cubiertas de tela oscura para así proteger la intimidad de cada huésped. Habitaciones a la carta donde se puede disfrutar de jacuzzis, camas redondas, colchones de agua, enormes espejos, luces de neón con reguladores de intensidad, un televisor con decenas de canales porno… y todo tipo de complementos para crear un entorno de lo más sexual.
Yo probé uno hace algunos años, y la verdad es que no fue una de mis mejores experiencias. A pesar de que la compañía era muy buena, terminé mareada de tanto atrezzo en la habitación. Recuerdo tumbarme en la cama y quedarme atónita con la cantidad de puntitos luminosos que cubrían el techo simulando un cielo repleto de estrellas. Jugué con un regulador de intensidad de luz que tenía a mi derecha y probé a ver qué ocurría… entonces pude ver como cada una de los puntitos se convertía, como por arte de magia, en brillantes y esplendorosas Venus, ofreciendo un color azulado escandalosamente cautivador. Terminé por apagarlo del todo. El resto de la decoración me pareció pésima, y el televisor (tipo hospital, colgado en el techo) con porno duro me terminó de desalentar del todo. Dicen que en los de Japón hasta hay videoconsolas, ¿os imagináis el plan? joder… yo sí, con el mando en la mano.

Puedo entender que muchos amantes y parejas liberales sin lugar donde estar, les vayan estupendos los meublés, pero a mí, el sexo premeditado no me dice nada. Me gusta la luz natural, sea de día o de noche, vibro con las situaciones improvisadas, disfruto con los arrebatos sexuales en cualquier lugar que no esté preparado explícitamente para ello: un parking, bajo la mesa, en un probador… esa espontaneidad me excita. Y si lo que me apetece realmente es gozar de las comodidades de una buena cama, pues me voy a un hotel, hostal, pensión, etc, porque tanto artilugio me desinfla.

De todos modos, ya os he comentado que he probado uno, cuyo nombre no voy a indicar, y como ya hace unos añitos, seguro que algo habrá cambiado la cosa.
Lo que no me explico es porque les llaman lovehotels, creo que no es necesario andarnos con eufemismos varios para denominarlos, yo los llamaría sex hotels, o picaderos a secas. Llamemos a las cosas por su nombre.



Nunca dejes de jugar.


domingo, 1 de junio de 2014

900 + 1

El amor es un "pelotazo" que dura 900 días de media. Durante los primeros cien se activa una región del cerebro que genera hiperactividad: toda la energía se focaliza en la pareja y no existe nada más. A los 300 días ese fogonazo de pasión pierde llama y a los 900 se apaga. Nuestro cerebro no está programado para la monogamia.

Según Wikipedia, “la infidelidad amorosa, acepción con la que frecuentemente se asocia el término, es descrita, grosso modo, como la falta al pacto normativo que limita el número de personas involucradas en una relación amorosa o erótica y, por tanto, la prohibición de mantener otras de forma paralela, sean ocasionales o continuas. De forma que, en las relaciones con tradición monogámica la inclusión de un tercero supone una violación del acuerdo, mientras que en relaciones poliamorosas se produce al involucrar a personas ajenas al círculo aceptado. Bajo esta definición, ser infiel es romper de forma consciente un acuerdo afectivo o sexual preestablecido para el tipo de relación escogida.”

Por lo tanto se entiende, y así lo hago constar, que en ningún caso el ser infiel es cuestión de hombres o mujeres, de parejas liberales o no, de swingers o de solteros convencidos, de los que van a clubs liberales o de los que se toman una copa en su bar de siempre, de los que practican intercambio de parejas o solo lo hacen con una mujer u hombre  en exclusividad…yo, como siempre, hago mis divagaciones (ultrapersonales) en el sentido que me llevan mis pensamientos y que plasmo mientras tecleo.

Aclarado este punto, ahí voy:

Grandes poetas y pensadores han escrito que hay una mujer al principio de todas las grandes cosas. Creo que eso es algo indiscutible. Al fin y al cabo las mujeres traemos al mundo, de manera que siempre estamos al principio.

Llega un punto en la vida de cualquiera, ya sea en un restaurante, viendo una película o paseando a solas por la calle, que se plantea una pregunta: ¿qué más necesito? Se trata de una pregunta que, una vez planteada, es casi imposible responder. Puede que en ese momento preciso no te haga falta nada. Puedes tener cubiertas tus necesidades más tangibles, una bicicleta con la que llevas toda la vida, la cama donde duermes, tu silla preferida…También están las cosas intangibles: amor, amistad, pasión, fe, satisfacción. Pero es una pregunta que se piensa una y otra vez, porque pocos de nosotros tenemos lo que necesitamos…,o pocos de nosotros pensamos que tenemos lo que necesitamos, que para el caso es lo mismo. ¿Necesito más? ¿Estoy satisfecho?
Hay una codicia innata en la naturaleza humana: empujó a Eva a comer de la manzana. Incita y hace de nosotros una marioneta. Odiamos la idea de que hasta aquí hemos llegado, y no nos sentimos satisfechos con lo que tenemos o con haber llegado hasta donde hemos llegado. Queremos más, ya se trate de respeto, dinero, amor o sexo. Y esa insatisfacción nos impele a probar cosas nuevas, a hacer frente a lo desconocido, a cambiar nuestra vida y arriesgarnos a perder todo lo que teníamos.

Como el hombre casado que se levanta de la cama, después de besar con ternura la frente de su mujer (o no, pero sí de estar seguro de que se ha vuelto a dormir) y cierra la puerta sin hacer ruido al salir.
Delante del ordenador, empieza su traición nocturna. Hay mensajes de mujeres, algunos apasionados, otros intensos, y los menos son, descripciones gráficas de lo que les gustaría hacer con él. La máscara diurna cae y, excitado, responde de manera similar, en comunión con cada una de ellas por el ciberespacio.
Le sorprende lo fácil que parece todo. La naturalidad con la que engaña. Ha descubierto que hay algo más, algo que no había conocido antes, otra dimensión en la que el tiempo y el espacio existen en un plano distinto, y solo piensa en cruzar ese puente para vivir lo deseado.

Son hombres que tienen una vida sexual simple, con los años cada vez hacen menos el amor. Tienen una relación funcional, no es apasionada. Cuando lo practican, suele ser con la luz apagada y en un mete saca donde después cada uno se da la vuelta a su lado de la cama. Piensan que sus mujeres son frígidas, pero yo creo que no son personas muy sexuales. No es que el sexo les sea indiferente, creen que tiene sus cosas buenas, sus placeres incluso, pero les importa más la familia, la seguridad del hogar. Son mujeres que pueden intuir que no hay amor en su vida, pero lo que de verdad les destroza es enterarse de que el amor que tenían es una mentira.

El hombre infiel se levanta un día, al cabo de años de ser el que todo el mundo pensaba que era, o debería ser y termina por coger lo que quiere, vivir lo que desea y no debería, más bien no debe volver al vista atrás, simplemente ser consecuente con la decisión que ha tomado.

Pocas cosas hay más poderosas, más embriagadoras que saber que hay alguien que te desea profundamente. Y si es ilícito, secreto, prohibido, tanto más excitante. El deseo lo es todo, la vergüenza no tiene cabida en él.

Cuando uno está ardiendo, se quema. Imposible no  quemarse. Es así de sencillo.


domingo, 11 de mayo de 2014

Como iniciarse en el ambiente liberal

Cada día son más las parejas a las que les gustaría iniciarse en el ambiente liberal pero no saben cómo dar el primer paso, desde nuestra experiencia intentaremos ayudaros a que ese primer paso sea lo más placentero y morboso posible.

La primera recomendación es que las prisas son malas consejeras, no queráis cumplir todas vuestras fantasías la primera noche, la realidad normalmente supera la ficción y vuestras expectativas se pueden ver superadas y morir de éxito.

La segunda recomendación es que intentéis conocer a alguna pareja que tenga experiencia en el ambiente liberal para que compartan con vosotros sus experiencias, en las redes sociales liberales podéis encontrar parejas swingers de vuestra ciudad con la que poder quedar a tomar un café sin compromiso y así empezar conocer este ambiente, que os llama la atención,  de primera mano.

Una visita a un club liberal de vuestra zona os puede ayudar a empezar a empaparos del ambiente más morboso, normalmente los clubs liberales están separados en dos zonas, una barra donde  tomar una copa en buena compañía y una zona de camas o nudista donde el sexo se practica sin ningún tabú, en todas las zonas el respeto es máximo si alguien se te acerca y  lo rechazas no hará falta que digas no dos veces,

La primera noche que visitéis un club liberal tenéis que ir con la actitud de un voyeur,  observar y solo observar y si la noche os poner a tono dejaros llevar en alguno de los sofás que seguro tiene el local, en ese momento os daréis cuenta si estáis hechos para este ambiente.

Si vuestra opción es quedar en privado, en vuestra primera incursión en este ambiente solo tenéis que saber que no estáis obligados a nada, las normas las ponéis entre los 4 si quedáis con una pareja liberal o los 3 si os motiva más practicar un trio con un chico o una chica, se debe hablar previamente de todo para no encontrarse sorpresas desagradables como prácticas sexuales no compartidas.

Normalmente se suele quedar para una primera cita sin compromiso y ver si surge ese feeling tan necesario entre todos los futuros participantes en el encuentro sexual , os recomendamos quedar en un sitio público pero con intimidad para poder hablar de todo y cuando os consideréis preparados solo tenéis que dejaros llevar por el momento y la situación.

Compartir el sexo, es el juego más adulto que puede vivir una pareja.


miércoles, 9 de abril de 2014

Tu fascinante vagina

No es ningún secreto que los hombres tienen mejor relación con sus penes que nosotras con nuestras vaginas. A ver, ellos llevan toda la vida mirándolo, midiéndolo, tocándolo, comparándolo, acariciándolo, protegiéndolo, jurando por todos sus atributos... ¿Y nosotras? ¿Sabemos cuánto nos mide la vagina? ¿Qué partes la componen? ¿Qué le gusta o le desagrada, qué la despierta, qué la adormece, cómo hacerla vibrar? ¿Sabemos, si quiera, qué aspecto tiene? ¿Nos importa...?

Creo que el secreto para tener un "coño matrícula de honor" (siempre a título personal, ojo!!), no es otra cosa que quererse mucho a una misma. Y eso empieza por mirarse. No hace falta ser contorsionista ni trabajar en el Circo del Sol para saber qué aspecto tiene esa parte de nosotras. Que nadie se me luxe las lumbares, vive Dios, que sólo necesitamos un espejo entre laspiernas y echar un vistacito. Pero un rato largo, removiendo bien los entresijos con las manitas limpias. Sin miedo y sin vergüenza.

Hace algún tiempo, en un programa de televisión sobre sexo le preguntaron a una mujer a qué se parecía su vulva y ella respondió entre ofendida y orgullosa: "Eso pregúntaselo a mi marido, que es quien la mira. Yo no lo sé". Me quedé tan estupefacta como la presentadora (el marido no sabía dónde meterse de la vergüenza) y corrí a por un espejo para memorizar todos mis recovecos, porque si algún día alguien me pregunta a qué se parece mi sexo, quería poder contestar sin ayuda de nadie que es como una mariposa con las alas desplegadas, o como un capullo de seda, o como un helado derretido, o...

Yo estoy por apostar que hay tantas distintas como mujeres, aunque debo confesar que, en vivo y en directo, no he visto más que diez o quince vaginas distintas a la mía.

La verdad es que mi mejor amiga Mª Carmen esta “chapada a la antigua”,  y aún refunfuña porque un hombre intente comerle el coño.

-"Tú fíjate, Maria... ¿Cómo se le ocurre...? Por supuesto que les digo que no". Lo dice tan convencida que, a falta de una educación represora (que no ha tenido), me cuesta un mundo que reconozca que el motivo fundamental es que se avergüenza de su vagina. Le parece "fea", "sucia, porque por ahí hacemos pis" y "apestosa".

-"¿Pero tú la has visto bien, la has olido y la has probado?", le digo. Mª Carmen me mira como si  me hubieran salido antenas en la cabeza.

Mujeres!!!...yo os animo a que empecéis a conocer vuestra vulva, esa parte de vuestra anatomía que tanto deseo, placer y gozo da a los hombres. Las hay de tantas formas, colores, sabores…creo yo que como mujeres hay en este bendito mundo, ninguna es igual a otra, las puede haber  depiladas, sin depilar, jóvenes, viejas, pequeñas, grandes, heterosexuales, lesbianas, transexuales...

La primera vez que me miré el sexo tendría unos 11 años. Empezaba a aparecer una pelusilla cubriéndome el pubis y sentía curiosidad. No recuerdo que me pareciera espantosamente feo, como dicen algunas mujeres que es. Y reconozco que estaba impaciente por saber cuál sería su aspecto final cuando mi adolescencia terminase de eclosionar.

El segundo vistazo llegó algunos años más adelante, en plena efervescencia hormonal. Sentada estudiando para algún examen, me crucé de piernas sobre el asiento y el talón rozó un punto que me hizo saltar. Yo ya me había masturbado antes, casi accidentalmente, pero en realidad no sabía localizar exactamente la fuente del placer. Aquella tarde, por supuesto, seguí rozándome con los talones, como hacen disimuladamente las geishas, hasta que acabé mojando de excitación la tapicería de la silla. ¡Guau! Pensé: "Voy a ver qué es esto que mola tanto...". Así es que saqué el espejito de aumento del baño, me quité las bragas y me senté a recorrer la geografía retorcida, sonrosada, frondosa y un poco barroca de mi sexo. Por supuesto, encontré rápidamente el clítoris, todavía hinchado por el reciente orgasmo, y me cayó fenomenal. Nos hicimos muy amigos. Inseparables, vaya...

Desde entonces no le niego a nadie que lo desee (y que yo desee, claro) el placer de conocerme desde ese ángulo, porque lo encuentro íntimo, agradecido, placentero, bellísimo y profundamente misterioso. Por eso no puedo comprender cómo es posible que haya mujeres que no se hayan mirado nunca el sexo o que, habiéndolo hecho, no hayan caído subyugadas por él.

La mayor parte de estos casos, creo que se debe a  una falta de autoaceptación y en la consiguiente negativa a algo tan placentero como el sexo oral. Tiene sentido, ¿no? Porque, a ver... ¿Dejarías que tu chico (o, peor, uno que acabas de conocer) se llevase a la boca una parte de ti de la que no te sientes especialmente orgullosa, que hace siglos que no miras y que no te agrada casi ni tocar?

Estoy empezando a sospechar que los hombres no sólo tienen una gran relación con sus penes... sino que estoy segura que muchos tienen mejor relación con las vaginas que algunas mujeres. Cosa que entiendo, pero lo que no me cabe en la cabeza, es que siendo portadoras de esta fuente de fascinación y me atrevería a decir, misticismo, algunas mujeres no sepan todavía qué forma tiene ese poder que tienen entre sus piernas.

Para muchas mujeres su apariencia genital es una fuente de ansiedad, creo que muchas personas, y especialmente las mujeres, no saben que las vaginas y los labios son tan diferentes como las caras. Exactamente igual que no hay 2 penes idénticos.

Por lo tanto, mi consejo?...prueba y da a probar tu coño, en un principio (para empezar, no a cualquiera), empieza por un follaamigo, o una pareja liberal que hayas conocido (las chicas solas seguimos siendo el Santo Grial del ambiente liberal, lo más buscado y deseado) o si te da más morbo, entra en un club liberal, sola o con pareja y disfruta en un intercambio de parejas del placer que tu vulva te da, de esa descarga eléctrica que te tensa los músculos, te desconecta del cerebro por unos segundos y te hace levitar…a que es una buena forma de empezar a amar tu vulva?


Además ten en cuenta, que no se gasta…




miércoles, 2 de abril de 2014

Felaciones o cómo dar placer de forma personal

Aún recuerdo cuando una amiga de mi hermana mayor, me lo contó:

-“¿Qué dices? ¿Pero eso se chupa?”.

-“Pues sí, se chupa, y te van a pedir mucho que la chupes cuando seas mayor, así es que vete quitándote esa cara de asco, que no es tan malo. Si al final te gustará y todo, te lo digo yo, que tienes cara de viciosilla.”.

Y razón tenía: me lo pidieron (me lo piden) y acabó gustándome.

Recuerdas tu primera felación?, seguro que echas la vista atrás y te mueres de la risa recordándola.

Tranquila, mujer, no has sido ni la primera ni la última que le pega a su primer "noviete o rollito" de adolescencia un cariñoso bocao en la polla. Aunque el reflejo de mamar está en la esencia de los seres humanos, no es exactamente igual y nadie nace enseñada.

Yo misma, al primero que me la puso por delante, no sabiendo muy bien qué hacer, le apliqué mis labios alrededor sin la precaución de esconder los dientes, y creo que la sensación de tener incisivos, caninos, colmillos y premolares arañando suavemente su prepucio no le resultó todo lo deliciosa que yo imaginaba.
  
Desde luego, con el tiempo y la práctica mejoré mi técnica y no he vuelto a arañar a nadie ni a asfixiarme con su pene, a pegarle tirones como si fuera una palanca de cambios, a estrujarlo, retorcerlo, doblarlo o pellizcarlo en plena erección, pero no cejo en mi empeño de ser yo quien controle hasta dónde y durante cuánto tiempo quiero tenerlo dentro de mi boca. Aviso para navegantes: a estas alturas de mi vida sé perfectamente qué es un pene y qué hay que hacer con él. Si alguien quiere hacerme una indicación, que me lo diga, pero que no me cojan la cabeza como si estuvieran masturbándose metiéndola en un melón; yo tengo orejas, y no son para agarrarse a ellas: son para escuchar peticiones, gemidos y alabanzas.

Recuerdo a un chico que tenía pareja liberal, pero quedábamos solos,  que tenía la mala costumbre de agarrarme del pelo para “guiarme” y “sostenerme” durante la felación. Un día me guió tan hondo, pese a mis protestas, que acabé vomitándole la cena en los pies. Nunca más volvió sujetarme la cabeza.

No tengo problemas con las felaciones, me encantan. Si el pene es bonito y está bien presentado (la arboleda un poquito podada, bien regado y limpio el césped y la fragancia no es añeja), no seré yo quien le diga que no a llenarme la boca, acariciar y lamer el instrumento.

Pero no tengo una técnica infalible, ni depurada, ni un esquema que seguir: yo felo por instinto. Aunque ahora que lo pienso, sí creo que primero mando a la lengua a hacer una inspección de sensibilidad y cuando detecto los gemidos más sinceros y más profundos, me empleo a fondo en la tarea. Supongo que depende de cada momento y persona, de lo que intuya que necesita el otro, cómo sea el ritmo que haya que imprimir, la presión y las caricias.

Lo suyo es lamer de arriba a abajo y de abajo a arriba, dar chupetones pequeñitos en la punta, jugar con la lengua cuando ya lo tienes dentro de la boca y combinar todas estas técnicas con un ritmo cadencioso de masturbación manual y masaje testicular.

Un misógino puede incluso establecer una clasificación de las mujeres entre “simples lamedoras de compromiso” (las que no chupan); “chupinas”, (las que chupan pero dejan derramarse el semen) y “chupinas tragonas” (las que disfrutan al engullirlo).

Cada una que se atribuya el calificativo que le corresponda, pero yo hace tiempo que decidí que, aunque sea de un señor que tengo conocido, el semen no me lo trago. Fundamentalmente porque yo ya no hago felaciones sin condón.

Sobre todo si el señor al que pertenece el pene lo acabamos de conocer. Si es un amante, un novio, un follamigo de toda la vida, alguien habitual con quien se suele hacer un intercambio de parejas… Pues va a depender de la confianza en la vida íntima del otro.


Hay que tener en cuenta que una chica puede pillar una espantosa infección bucofaríngea por hacer catas de miembros sin protección a personajes de dudosa trayectoria y yo no quiero pasar por esa experiencia. Que para eso se inventaron los condones de sabores, imagino, porque desde luego las papilas gustativas no están en la vagina, que yo sepa…






martes, 25 de marzo de 2014

Hombre solo, busca...

Mis queridas parejas liberales:

Vivo sin vivir en mí desde que existen las páginas de contactos para gente del ambiente liberal, que buscan intercambio de parejas, chicas solas…y demás opciones personales. Pero entre todos esos usuarios, los chicos solos, son los que tienden a llamar más mi atención.

He visto perfiles, he curioseado entre las fotos, he contestado mensajes, he coqueteado, he rechazado ofertas, he ido dejando a más de un@/s con la miel en los labios y creo que, después de toda la experiencia acumulada, puedo dar algún que otro consejo que  servirá para ligar no sé si más, ni mejor, pero al menos desde otro prisma.

1. Nicknames como "apestoso", "churrete", "fétido", "folleitor", "hongo", "polladura", "lamecoños", "peludo", "vicioso", "sodomizador"... son totalmente disuasorios. Pero "mimosín", "renacuajo", "enanito", "pequeño duende", "gatito"... tienen connotaciones infantiles que tampoco ayudan. Yo, desde luego, aborrezco "turbotranca", pero leo "chiquitín" y me temo lo peor...

2. En cuanto a las primeras frases de toma de contacto, hay un término medio entre "¿Te ha gustado la foto de mi polla? La tengo grande y gorda" (chico con complejo de consolador), y "Me gustaría ser una lágrima para nacer en tus ojos, rozar todo tu cuerpo y morir en tu boca" (la clásica lágrima viajera). O entre "Soy un caballero, pero en la cama puedo ser un animal" (conviene precisar la especie. Las chicas tendemos a pensar que os referís a cerdos) y "Te habrás hecho daño al caerte del cielo, una estrella como tú, pero yo estaría esperándote con los brazos abiertos para protegerte y besarte" (es taaaaaan cursi). Y, por supuesto, entre "Quiero follarte ya. ¿Dónde quedamos? ¿Te gusta el sexo anal?" (me gusta más el oral, así es que... ¿por qué no hablamos un poco primero?) y "Leer tu mensaje me turba, me produce frenesí" (pues mastúrbate, chato, que yo sólo puse "Aquí estoy...").

3. No cuelgues tantas fotos de penes, por favor. Y si no tienes más remedio que hacerlo porque ésa es la única razón por la que una mujer te elegiría, basta con que subas sólo una. Cierto es que en este tiempo he visto más y mejores pollas que en toda la historia del porno universal, pero con ver una única imagen me sirve de sobra. No necesito contemplarla desde arriba, desde abajo, de lado, en la mano, hacia el ombligo, escondida entre las piernas, bajo un calzoncillo mojado, sosteniendo en vilo una toalla, comparada en tamaño con un paquete de tabaco o con un billete de 50 euros...

4. No seas grosero. Por más grande y gorda que la tengas, una chica no tiene obligatoriamente que sentirse fascinada por ella y no sería raro que te dijera que no. Lo sé, es difícil de entender, pero nosotras somos así; nuestra idea de vivir una aventura no tiene mucho que ver con acabar empaladas porque sí por un tipo al que sólo hemos visto en fotos de cintura para abajo. Se parece más a la seducción previa, a visitar algún sitio fascinante, a alimentar el deseo con miradas, sonrisas y susurros...Y luego lo que tengáis entre las piernas (salvo grave carencia o gigantismo) nos parecerá bien.

Son observaciones (ultra personales) que me han surgido después de visitar una extensa cantidad de páginas de contactos.


A buen entendedor…


miércoles, 12 de marzo de 2014

Mis vicios

Tengo varios “vicios confesables”, el primero, no hay nada que me guste más que una polla. Cuando estoy desnuda con un hombre, mirándole a los ojos, todavía un poco más lejos de lo que sé que a él le gustaría tenerme, lo que más me apetece a veces no es tenerle dentro de mí; es tenerle en mis manos. Me excita la sorpresa de sus ojos cuando le invito a tumbarse y le pido que no me toque aún, cuando recorro su garganta con la lengua y me entretengo en las clavículas, el cuello, los brazos, el torso, mordisqueo sus músculos y enredo mis piernas en las suyas mientras le rozo el miembro con los dedos.

Luego cambio de intención. Cuando ya tiene la consistencia que a mí me gusta, me incorporo, me siento de rodillas a su lado y le masturbo. Sin chupar, sin dejar que me acaricie todavía, sin dejar de mirarle, sin hablar. No hay nada que me excite más que verle gemir, convulsionarse de placer, resistirse y, por último, sucumbir mientras mis bien entrenadas manos suben, bajan, aprietan, aflojan, corren, paran y vuelven a empezar.

Es un baile al que no puedo resistirme, pero no es generosidad, ni ganas de complacerle a él, qué va... Es a mí a quien da un placer difícil de describir esa sensación de poder, ese apretar los dientes y respirar entrecortada cuando hay que ir más deprisa porque sé que se acerca al final. Y qué triunfo cuando consigo tal abandono y rendición por su parte que la eyaculación se estrella en su pecho, me salpica y se escurre hasta las sábanas. Ni una medalla de oro en los Juegos Olímpicos me gustaría más que eso.

Una vez, después de hacérselo a la parte masculina de una pareja liberal amiga, mi excitación era tal, que el flujo me había empapado los tobillos, traspasó la ropa de cama y llegó al colchón. Cuando él lo vio, metió sin más preámbulos un par de dedos o tres dentro de mí y estuvo así unos minutos, hasta que me penetró. Me corrí, pero no levité, ni tuve una serie inacabable de orgasmos y, sin embargo, lo recuerdo como uno de esos polvos en los que sobrepasé cotas de placer mental y físico difíciles de alcanzar con un intercambio de pareja.

El segundo de mis 'vicios confesables' es, quizá, el que más morbo me produce: masturbarme mientras me miran. Porque eso ya no es ni siquiera placer por placer; es darme placer físico mientras experimento el gustazo psicológico de que un hombre me observe, me desee, se excite y se muera de ganas de hacerme lo que yo me hago a mí misma.

Una noche jugué a este juego que tanto me gusta con un amigo. Cada uno en un extremo de la cama, le desafié a quedarse mirando mientras yo me masturbaba y, en premio a su templanza, le regalé la visión del primer orgasmo. No así del segundo, que lo busqué como a mí más me gusta: bocabajo, con los brazos junto a la cabeza, las manos aferradas a la almohada, rozándome el clítoris con las sábanas y, por lo que se, no soy la única a la que le gusta así. Entenderéis que él perdió la compostura, la apuesta y el desafío terminó ahí mismo...

Deberíamos tener claro cuál es nuestro principal órgano sexual; el gestor fundamental del placer erótico... Por supuesto no es el pene, ni la vagina, ni el clítoris, ni siquiera el ano. Es el cerebro, señores. Ni más ni menos. Si el cerebro tiene una mala noche, da igual que le pongamos al asunto toda la estimulación física del mundo; habrá gatillazo o "dolor de cabeza", seguro.

Por eso, siempre estoy maquinando nuevas formas de dar y recibir…¿Qué le voy a hacer? A mi 'coño mental', a mi cerebro, le gustan los juegos de cama y, si no hago mal a nadie... ¿quién soy yo para llevarle la contraria al órgano más importante que tenemos TODOS?



jueves, 6 de marzo de 2014

Estás invitado a comer(me)

Ha vuelto, la curva, la redondez y el tener donde agarrarse. Se acabaron las vacas flacas con el pubis depilado como barbies en conserva; vuelve la hembra cañón; la mujer de talla 44 hacía arriba, los coños con arboleda (tampoco madeja de ovillo, pero haya cada cual con su estilismo y gusto personal), la sonrisa abierta y la falta de complejos.

Se va corriendo la voz entre los cazadores de hembras que una mujer que come con apetito, hambre y glotonería folla de la misma manera. Así es que en los últimos tiempos tengo abundantes invitaciones a cenar.

Se lleva, el estilo saludable, y la apariencia de felicidad. Demostrado queda que una sílfide subida a unos tacones de 10 centímetros y cara de sufrimiento es menos apetecible que una mortal de carne (sobre todo carne) y hueso con su mejor sonrisa y los pies descalzos.

Eso sí, aviso a navegantes: yo prefiero el sexo como sobremesa a mediodía, no por la noche, cuando el cuerpo ve una cama y sólo piensa en descansar. A mí me gustan las siestas mediterráneas en compañía, con el estómago lleno y sin bragas; con la entrepierna caliente, los pezones dilatados como galletas maría y el sabor en los labios del último café.

Me gusta follar con la luz de la tarde que se cuela por las cortinas. Y repetir hasta que la digestión esté terminada. Después de comer es mi mejor hora: no tengo sueño, no tengo prisa, estoy nutrida, me siento viva y quiero celebrarlo.


Lo estoy poniendo de moda. El pasado domingo invitamos a unos amigos, una pareja liberal a comer a casa y hacer un intercambio de parejas. Nos preguntaron  muy educados, si preferíamos que llevasen vino, postre o ambas cosas. Vimos tarde el whatsapp y se presentaron con un Somontano y unos pastelitos de chocolate. Me los terminé comiendo, todos desnudos, yo sobre el pecho de mi amigo, dando tragos directamente de la botella, mientras le cabalgaba como una amazona inagotable, mientras mi amiga hacía lo propio con mi pareja. Creo que a los cuatro nos gustó más que cuando sólo se presentan cargados de condones...


sábado, 22 de febrero de 2014

Yo, me masturbo.

"No te toques eso que te quedas ciega" o "Al final te sale pelo en la mano"…
Todos sabemos que esas afirmaciones son falsas.

Olvídate de recurrir siempre a las parejas liberales cada vez que tu cuerpo tenga la llamada del orgasmo. Aunque la masturbación mutua y el morbo de que tu pareja te vea hacerlo... mmmm... Son tus momentos de intimidad, para esos instantes de desconexión, para cuando tu libido esté a flor de piel, para explorar, descubrir y experimentar... tócate, conócete y siéntete!!

Se ha extendido tanto esa idea que tocarse un pie no es malo, pero tocarse el pene o la vagina (salvo por urgencias mingitorias o mensuales) que también es parte del cuerpo, lo es.

Qué manía con que masturbarse es malo. Esa idea está directamente relacionada con el miedo al placer o a las imágenes que evocamos para provocarnos placer. 
A las que evocan en su cabeza quienes continuamente se recriminan sentir atracción por ellas y que por eso les han colgado el sustantivo de "pecado" y el adjetivo de "improductivo".

Pero, ¿qué pasa con esas mujeres que, como yo, no necesitan tocarse para correrse? ¿Qué pasa cuando me corro tumbada bocabajo en la cama, con las bragas a media pierna, rozándome levemente el clítoris con las sábanas hasta que el bendito (sí, bendito, glorioso, diría incluso) calambre del placer me sacude con convulsiones que no puedo controlar? Mi cabeza se llena de chispas nerviosas, de electricidad y sacudidas, de energía maravillosa y sensaciones indescriptibles y los gemidos traspasan el grosor de mi almohada.

Juraría que a mis vecinos, que son quienes sufren prácticamente cada día mis masturbaciones, no les molestan unos segundos de liberación emocional y verbalizada de mi placer. Es más, sospecho que alguna vez puedo haberles animado a alargar un poco su vigilia dándose el uno al otro algo más que la espalda en la cama.

Entonces, veamos... a quién más puede molestar que yo me masturbe si lo hago en privado, no lo hago en horas de trabajo (suelo hacerlo en mis horas libres, por supuesto), ni dejo manchas de recuerdo para que las limpie otra persona... Si la ciencia ya ha demostrado que ni te salen granos ni te quedas ciego por ello, qué mal hace que yo disfrute de mi propia habilidad para proporcionarme placer en solitario.

No sé a los demás, pero a mí correrme me relaja, me pone risueña, me provoca descargas de endorfinas y creo firmemente en el beneficio para la autoestima de quererte mucho; de darte placer también físicamente (no todo va a ser comer chocolate), de acariciarte con mimo y cuidarte. ¿Por qué dicen que es improductivo? ¿Porque obviamente no me voy a quedar embarazada en el acto? ¿Porque he descubierto que, para darme gusto de manera ocasional, no necesito echarme en brazos de un hombre o mujer (¡ja!, porque podría ser de otra mujer...)?

No acabo de entender "improductivo" en boca de gente que no se masturba porque piensa que es malo y, por tanto, no sabe lo que se pierde. Improductivo es perder tiempo intentando volver a la retórica del miedo a tocarse, porque los seres humanos somos seres mentales y espirituales, pero profundamente físicos. Improductivo es pensar que las personas sanas y normales no podemos controlar esos impulsos y que vamos por la vida como monos haciéndonos pajas por doquier. Nada más lejos de la realidad.

Las personas de mi entorno son gente a la que le parece sano y saludable masturbarse, y lo hace de vez en cuando, pero no cada cinco minutos, porque valora el momento y le gusta disfrutarlo. Calidad, no cantidad. Ése es el secreto.

No se me ocurrirá a mí juzgar a quienes eligen no masturbarse, porque no es una obligación hacerlo. Pero que no me digan que es malo, sucio (salvo aquel que pringa el baño) e improductivo y que puedo aprovechar mejor mi tiempo en actividades de tipo cultural, como si una cosa fuera sustitutivo de la otra.

A ver, los que nos masturbamos somos muchos: con y sin estudios; hablamos o no varias lenguas con soltura; leemos ensayos, cómic, poesía, historia... (no estamos abonados únicamente a las sombras de Grey); vamos al cine, al teatro y a la ópera; discutimos de política, sociedad, moral, fútbol y filosofía... tenemos objetivos en la vida, la mente clara y el alma en paz.


No somos todos, pero sí somos una mayoría plural, discreta y tolerante. Y una mayoría así no puede (ni debe) tomarse por equivocada.





viernes, 14 de febrero de 2014

Hoy la hormona del amor está en el aire, o no...


Usar con asiduidad freyax.es  genera el mismo placer que dar un beso.

Está comprobado que cuando se utiliza freyax.es, el cerebro produce la hormona oxitocina (también llamada la hormona del amor), que resulta esencial para la estabilidad emocional de nuestro cerebro y al mismo tiempo, nos ayuda a combatir sensaciones o estados de ansiedad, estrés, fobias, temores… La cantidad producida al visitar freyax.es es igual a la que se genera cuando se dan besos o abrazos.

Cuando visitas y te das cuenta de la cantidad de aceites y lubricantes, afrodisíacos, juegos en pareja, juguetes xxx, lencería, preservativos
que tienen cada día en su stock freyax.es tu oxitocina en el cuerpo se eleva y se reduce tu estrés.

Hacemos que tu cuerpo disfrute, para que tu mente ese sana. El dicho no falla, “Corpore sano, mens sana", o era al revés?...

Nunca dejes de jugar.







miércoles, 12 de febrero de 2014

Otra forma de amar, compartir.

Una posible opción para empezar como pareja liberal, de la forma más natural, es explicar al otro que dado el amor que se siente por ella o él, el hacer un intercambio de pareja es una actividad que nace de una relación fuerte y estable, crece como una fantasía de ambos, recorre el proceso de construcción de la confianza mutua, de la caída de los prejuicios y, superado ese momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera experiencia. 



A veces ese juego se mantiene por años, otras su resolución es inmediata, pero de una u otra forma ese proceso hecho en conjunto por la pareja liberal, es la sal que da sentido a este estilo de vida. Llegar una noche después de un encuentro y hablar con nuestra pareja sobre lo vivido, excitarse con los recuerdos, entrelazarlos en el lecho, avivarlos con aceites y lubricantesafrodisíacosjuegos en parejajuguetes xxxlencería, que es otra forma de abonar la intimidad de la pareja, hacer crecer la convivencia. ¿Qué sería del liberal fuera de la pareja?: nada en absoluto. El hecho de estar en una cama con más gente puede ser muy reconfortante aunque no sea más que eso, una parte de nuestras fantasías.

Algunos llaman a esto "aberración", "orgía" o "fiestecita repugnante", pero si esas personas que participan no son parejas estables, es lógico que no se considere un encuentro grupal o un encuentro liberal. Entre estas personas el momento de placer no se extiende más allá del tiempo en que se vive el sexo, mientras que en el caso de una pareja estable cada encuentro construye un sin fin de fantasías, emociones y recuerdos que son parte de la vida diaria y, en especial, de la intimidad de la pareja. Tengamos en cuenta que una mujer y un hombre que tienen la fantasía de estar sexualmente con otras personas, en el mismo lecho, ¿dónde pueden realizarlas que no sea en nuestro ambiente?: no hay espacios donde la gente proponga esas cosas con naturalidad.

Las parejas liberales somos personas que hemos decidido hacer realidad nuestras fantasías, sin preocuparnos por el qué dirán ni los tabúes sociales... Somos honestos con nuestras sensaciones y buscamos satisfacer las necesidades a costa, tal vez, de ser sancionados por pares por "promiscuos o degenerados"... Tenemos un carácter fuerte, pues dejamos de lado todos nuestros temores y nos lanzamos a un estilo de vida donde todo se comparte, incluso la pareja. Esto, que podría ser inconcebible para algunos, ha logrado cautivar a cientos de personas. No estamos locos, no somos unos pervertidos ni unos viciosos, no estamos enfermos, no procedemos de otro planeta, no somos de color verde, ni tenemos un pacto con el Diablo. Somos como tú.



Formamos parte de tus amigos, tus vecinos, tu familia, tus compañeros de trabajo. No pregonamos a los cuatro vientos nuestra condición de personas liberales porque no es necesario, no es necesario pregonar la vida de cada uno y no todo el mundo nos entiende y nos sabe respetar. Por eso tenemos nuestro mundo privado, nuestros lugares de reunión. Pero nos ves a diario y convives con nosotros en otras facetas de la vida, no somos tan distintos a ti, te sorprendería saber lo cerca que estas de alguno de nosotros, en la cola del supermercado, en el metro....

“Te amo, te comparto” es una contradicción, pero como toda contradicción tiene su propia explicación. Compartir no es entregar, dar un paso en falso ni perder nuestra posición dominante en el plano del amor, único sustento de la pareja. Compartir es más precisamente, es dejar hacer para conseguir el placer mutuo. Esto parece muy filosófico, pero es esencial. También se ve como una contradicción aún más compleja el hecho de que las parejas liberales gocemos viendo al otro gozar con un tercero. Con ello lo que se expresa es el principio de la omnipotencia genital: si ella o él me ama, nadie le podrá dar placer sexual. Nada más inexacto. Quizás el amor nos asegure el lugar más cálido y requerido en la sexualidad del otro, pero no inhibe su capacidad natural para gozar.

Podemos gozar con otros sexualmente y amar en exclusividad.Y si es así, ¿por qué no dejar que esa capacidad fluya y no mentirnos con la idea de que somos los únicos que excitamos a nuestra pareja?

Miedo, ese es el trasfondo de la contradicción que percibimos al ver gozar a nuestra pareja con un tercero. Las parejas liberales transformamos el miedo en confianza, y la aterradora imagen de que nuestra pareja goce con otros en una placentera forma de compartir fantasías y placer mutuo. Lo contradictorio es en general dialéctico: negamos lo que aceptamos y aceptamos lo que supuestamente negamos. La experiencia liberal o swinger es en sí misma es una contradicción: puede ser placentero y nocivo, conveniente e inconveniente, todo depende de cómo se viva.


Una última cosa a tener en cuenta, lo único seguro del ambiente liberal, es que siempre está en movimiento.

Nunca dejes de jugar.




jueves, 6 de febrero de 2014

Nosotros, nos confesamos.

Confesiones de una pareja que le gusta jugar el mundo liberal, y enriquecer nuestra vida sexual con aceites y lubricantesafrodisíacosjuegos en parejajuguetes xxxlencería. 


No nos gustan las obligaciones,
preferimos las devociones.

No nos gustan las buenas palabras,
preferimos los hechos.

No nos  gustan las espaldas,
preferimos las caras.

No nos gusta que nos digan si está bien o mal,
preferimos decidirlo nosotros.

No nos gusta ser una pareja “florero”,
preferimos ser nosotros mismos.

No nos gusta que nos digan cuando nos tenemos que correr, preferimos corrernos sin avisar.

No nos gusta ser monja y cura,
preferimos ser devotos pervertidores .

NO NOS GUSTA LA GENTE,
PREFERIMOS A LAS PERSONAS.


Nunca dejes de jugar.