Aún recuerdo cuando una amiga de mi hermana mayor, me lo contó:
-“¿Qué dices? ¿Pero eso se chupa?”.
-“Pues sí, se chupa, y te van a pedir mucho que la chupes cuando seas
mayor, así es que vete quitándote esa cara de asco, que no es tan malo. Si al final
te gustará y todo, te lo digo yo, que tienes cara de viciosilla.”.
Y razón tenía: me lo pidieron (me lo piden) y acabó gustándome.
Recuerdas tu primera felación?, seguro que echas la vista atrás y te
mueres de la risa recordándola.
Tranquila, mujer, no has sido ni la primera ni la última que le pega a
su primer "noviete o rollito" de adolescencia un cariñoso bocao en la polla. Aunque el reflejo de mamar está en la
esencia de los seres humanos, no es exactamente igual y nadie nace enseñada.
Yo misma, al primero que me la puso por delante, no sabiendo muy bien
qué hacer, le apliqué mis labios alrededor sin la precaución de esconder los
dientes, y creo que la sensación de tener incisivos, caninos, colmillos y
premolares arañando suavemente su prepucio no le resultó todo lo deliciosa que yo
imaginaba.
Desde luego, con el tiempo y la práctica mejoré mi técnica y no he
vuelto a arañar a nadie ni a asfixiarme con su pene, a pegarle tirones como si
fuera una palanca de cambios, a estrujarlo, retorcerlo, doblarlo o pellizcarlo
en plena erección, pero no cejo en mi empeño de ser yo quien controle hasta
dónde y durante cuánto tiempo quiero tenerlo dentro de mi boca. Aviso para
navegantes: a estas alturas de mi vida sé perfectamente qué es un pene y qué
hay que hacer con él. Si alguien quiere hacerme una indicación, que me lo diga,
pero que no me cojan la cabeza como si estuvieran masturbándose metiéndola en
un melón; yo tengo orejas, y no son para agarrarse a ellas: son para escuchar
peticiones, gemidos y alabanzas.
Recuerdo a un chico que tenía pareja liberal, pero quedábamos
solos, que tenía la mala costumbre de
agarrarme del pelo para “guiarme” y “sostenerme” durante la felación. Un día me
guió tan hondo, pese a mis protestas, que acabé vomitándole la cena en los
pies. Nunca más volvió sujetarme la cabeza.
No tengo problemas con las felaciones, me encantan. Si el pene es bonito
y está bien presentado (la arboleda un poquito podada, bien regado y limpio el
césped y la fragancia no es añeja), no seré yo quien le diga que no a llenarme
la boca, acariciar y lamer el instrumento.
Pero no tengo una técnica infalible, ni depurada, ni un esquema que
seguir: yo felo por instinto. Aunque ahora que lo pienso, sí creo que primero
mando a la lengua a hacer una inspección de sensibilidad y cuando detecto los gemidos
más sinceros y más profundos, me empleo a fondo en la tarea. Supongo que
depende de cada momento y persona, de lo que intuya que necesita el otro, cómo
sea el ritmo que haya que imprimir, la presión y las caricias.
Lo suyo es lamer de arriba a abajo y de abajo a arriba, dar chupetones
pequeñitos en la punta, jugar con la lengua cuando ya lo tienes dentro de la
boca y combinar todas estas técnicas con un ritmo cadencioso de masturbación
manual y masaje testicular.
Un misógino puede incluso establecer una clasificación de las mujeres
entre “simples lamedoras de compromiso” (las que no chupan); “chupinas”, (las
que chupan pero dejan derramarse el semen) y “chupinas tragonas” (las que
disfrutan al engullirlo).
Cada una que se atribuya el calificativo que le corresponda, pero yo
hace tiempo que decidí que, aunque sea de un señor que tengo conocido, el semen
no me lo trago. Fundamentalmente porque yo ya no hago felaciones sin condón.
Sobre todo si el señor al que pertenece el pene lo acabamos de conocer.
Si es un amante, un novio, un follamigo de toda la vida, alguien habitual con
quien se suele hacer un intercambio de parejas… Pues va a depender de la
confianza en la vida íntima del otro.
Hay que tener en cuenta que una chica puede pillar una espantosa infección
bucofaríngea por hacer catas de miembros sin protección a personajes de dudosa
trayectoria y yo no quiero pasar por esa experiencia. Que para eso se
inventaron los condones de sabores, imagino, porque desde luego las papilas
gustativas no están en la vagina, que yo sepa…
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