Freyax

lunes, 6 de mayo de 2013

De tapeo

Había quedado con él en una cita a ciegas.
Le dije como iría vestida. Un vestido con estampados hippies en malva y blanco, muy corto, dejando ver mis pronunciadas curvas, abotonado de arriba-abajo, gafas de sol enormes y unos zapatos de tacón tipo sandalias descubiertas, en color rojo..
El dijo que llevaría camisa blanca y pantalón color caqui.
El lugar de encuentro un bar con barra en media luna y que preparan una tapas extraordinarias.

Entré, eché un vistazo rápido y lo vi. Imposible pasar desapercibido. Solo su manera de mirarme ya me gustó, pero cuando llegué hasta él y nos saludamos con un abrazo, noté como su energía rompía en mil pedazos mis esquemas. Así que opté por dejarme llevar por las sensaciones que en ese momento sintiese.
Había cogido el mejor sitio de la barra para sentarse….al final de ella y pegado a la pared. Yo senté mis nalgas en el taburete alto a su lado. Comenzamos a hablar sobre nuestras cosas personales mientras yo le pedía a la camarera (una macizorra de unos 50 tacos y tetas enormes) que nos pusiera una tapita y unos Riojas. Nos trajo unas migas con bacalao que decidimos comer con las manos.

Cogí una pequeña cantidad y se la ofrecí a su boca. Me miró asombrado y abrió suavemente su enorme y sensual boca y se metió mis dedos en ella, chupándolos y relamiéndolos, mientras me miraba con intensidad. Tragué saliva. Mi corazón empezó a latir tan fuerte como mi sexo. Entonces el cogió otro pequeño bocado con sus dedos y me lo dio a comer. Estaba delicioso, jugoso, chupé y relamí sus dedos sin piedad. Cerré mis ojos y con sus dedos en mi boca imaginé su pene el cual devoraba, mordía, lamía y besaba…..cuando los abrí, vi unos ojos casi fuera de las órbitas, unos labios llenos de humedad y deseo y una polla a punto de salir por el pantalón. Entonces me di cuenta que no llevaba calzoncillos.

Aquello me hizo sumamente poderosa y lasciva. Le dije que iba al baño. Yo necesitaba sentir todo mi poder de hembra sin ataduras, así que, me quité el tanga y el sujetador y los guardé en mi bolso. Levanté mis brazos por encima de mi cabeza y sacudí mis pechos consiguiendo endurecer mis pezones sintiendo el sumo placer de su libertad. Desabroché botones arriba y debajo de mi vestido dejando una abertura perfecta.
Me sentía tan excitada que me atreví hacer algo que tal vez acabase con esta cita o tal vez se pusiera tan loco como para devorarme en el mismo bar.
Me arriesgué. Metí mi dedo en mi sexo húmedo y salí del baño. En el corto trayecto a mi taburete no nos quitamos ojo. Mi cuerpo intentó ponerlo a mil con su contoneo provocativo y cuando llegué a su lado y me senté, lo hice….. llevé mi dedo bañado en mi sexo a su nariz y esperé su reacción. Fueron segundos muy tensos para mi. Solo me miraba sin decir nada.

De repente gira mi taburete dejándome frente a él, disimuladamente su mano me abre las piernas, desabrocha dos botones más de mi vestido dejando al descubierto mi sexo solo para sus ojos. Mi brazo seguía apoyado sobre la barra disimulando mientras sus dedos no paraban de introducirse en mi sexo una y otra vez y se los llevaba cual manjar a su boca.
Me daba envidia su descaro, así que le saqué su polla y así poder contemplarla y acariciarla mientras nos dábamos de comer con los dedos el manjar de la tapita imaginando que eran nuestros sexos los que llevábamos a la boca. La situación era una locura, tener su sexo fuera del pantalón, pudiendo ver sus brincos, manosear su humedad, chupar mis dedos con su sabor salado y tocarla sin que nadie se percatara de ello, hacía que mi coñito se humedeciera más aún….

Cuando el bar aflojó clientela, él pidió a la camarera que nos preparara otra tapita especial, y mientras estaba en la cocina y la otra pareja a lo suyo, mi amante se arrodilló ante su Diosa y besó mi sexo. Después de sus besos vino su lengua y sus mordiscos viciosos. Mis ojos vigilaban la cocina mientras mi mano agarraba su nuca para morirme de placer con su boca….calor, saliva, mucho calor y más saliva….Sentí como estaba a punto del orgasmo y le separé la cabeza. Besé su boca impregnada de mi olor y le dije al oído que ahora vigilase él la cocina. Bajé de mi silla, cogí mi copa de vino, me agaché de espaldas a la barra, mojé su sexo en mi copa y lo saboreé a placer. Henchido, latente…mmmmmm…sumamente delicioso. Me trastornaba su excitación brutal. En una mano mi copa, la otra masturbando mi sexo y mi boca en un vaivén de tira y afloja que consiguió meterlo en éxtasis. Todo se volvió insonoro a mi alrededor. Solamente mantenía despierto mi olfato, mi gusto saboreando aquel manjar y el tacto de mis dedos que enloquecían mi clítoris, mientras tenia su pene en mi boca.

De repente sentí como me elevaban y me ponían de nuevo en el taburete con una fuerza hercúlea y todo el entorno volvió a cobrar vida. De la cocina salía la segunda tapita deliciosa, tiritas de jabuguito…ummmmmmm. El bar prácticamente estaba vacío ya, salvo por un hombre tomando una copa de vino y la cocinera en la barra.
Con nuestros sexos al aire, empapados y con ganas de comernos, solo esperábamos que la cocinera se fuese a la cocina. Malditos programas rosas de tv que emboban a la gente. Allí estaba ella contemplando las mierdas de la gente que viven de eso. Ufff….necesitábamos un milagro. Mientras llegaba ese milagro, nos dábamos de comer bocaditos de jabugo con una mano y con la otra no parábamos de juguetear con nuestros sexos para mantenerlos erectos y llenos de pasión.

En ese momento suena el móvil de la cocinera. Milagro!!!!!!………Su manera de tocarse el pelo, de hablar sensualmente y esa risa tonta que nos entra a las mujeres cuando al otro lado del teléfono te están diciendo que te van a comer el coño sin dejarte nada sano, me hizo adivinar que no tardaríamos en estar solos. Al momento nos dijo que tenía cosas que hacer en la cocina y que si la necesitábamos que la llamásemos.

Nada mas cerrar la puerta, él me levantó de mi silla y me subió a sus piernas insertándome lentamente en su polla. El sentado en el taburete alto….Yo sentada encima de él con mis piernas colgando… Nuestros sexos unidos…Solo faltaba mi baile sensual de caderas y el aplauso de sus manos sobre mis nalgas…

Y uno, dos, tres golpes...
Arriba y abajo
Abajo y arriba
Derecha –Izquierda
Izquierda-Derecha
Ronroneo en su cuello
Nos comemos la boca
Tragamos saliva
Me ayuda con sus manos en mi baile.


Yo dirigía el baile y él me acompañaba disfrutando al máximo de él. Una carrera frenética para llegar al orgasmo y no ser descubiertos. Y el roce frenético de nuestros sexos consiguió hacer fuego. Un volcán de lava candente se derramaba entre mis piernas….lava que también derretía su sexo…gemidos ahogados en nuestras bocas, mientras nos comíamos y ahogábamos nuestros gemidos…miradas que lo decían todo.
Nos volvimos a sentar cada uno en nuestra silla sin dejar de mirarnos. Pude ver en su mirada aun su calentura y en su interior a un hombre intentando encajar el golpe erótico, enigmático y difícil de comprender, que le había dado una diosa.
De repente se acerca el hombre que había estado en la barra tomando una copa de vino y le dice, mientras me agarra posesivamente de la cintura: “Te ha gustado lo que te ha hecho mi mujer?”.





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