Freyax

jueves, 14 de marzo de 2013

The international meeting (I)


Como cada año tenía la convención de la empresa, me lo tomaba como lo que era jornadas de trabajo y poder ver a compañeros con los que hablas por teléfono todo el año y al final les pones caras.

Durante toda la tarde-noche del domingo las personas de las diferentes sucursales habíamos ido llegando al hotel donde nos reuníamos, yo llegué bastante tarde. Mientras me registraba, llegó también un chico y al dar su nombre, oí que se trataba de un compañero con el que hablo casi a diario. Me volví, le sonreí y le dije mi nombre, él me saludo afectuoso, con una sonrisa en los labios. - “Por fin! Pongo cara a esa voz tan sensual, me dijo.”

Nos sentamos en el hall con otros compañeros a tomar una copa, empezamos a hablar de cosas intrascendentes, y durante todo ese tiempo él espiaba mi escote, cosa que no me molesto sino al contrario me sentí muy halagada. Él tenia un polvazo, me gustaba su forma descarada de mirarme las tetas, la boca...ufffff...me estaba poniendo a mil.


En ese momento se me cayo una servilleta y su mirada al recogerla, se entretuvo en mis piernas cruzadas. Me di cuenta y las abrí lentamente dejando al descubierto, mis braguitas que presionaban y daban forma a mi coñito. Los demás no se dieron cuenta...yo ya estaba mojada de ver como contemplaba mi triángulo y me imaginaba su lengua pasando lentamente una y otra vez, arriba y abajo, hasta darme el placer que deseaba.


Mire el bulto delator de su pantalón, parecía que le iba reventar la cremallera, le miré y me pasé la lengua entre los labios, mirándole a los ojos, era evidente que se me hacía la boca agua, en ese momento me imaginé dándole una rica chupada. Después de hablar un ratito más con los compañeros, me despedí para subir a mi habitación a relajarme, así lo dije, mirándole directamente a él.


Una vez en la habitación me dí una ducha y me puse un camisón de seda blanco y un tanguita a conjunto que no deja nada a la imaginación.


Estaba pensando en él, si subiría y empezaríamos a darnos el placer que nuestras miradas buscaban, cuando en ese instante tocaron a la puerta la abrí, siendo muy consciente de como iba vestida, y sin más sonrió y pasó. 


Traía, como excusa unos papeles para que revisáramos juntos para la reunión de mañana.


La situación era muy divertida. Ahora en la intimidad de la habitación, intentaba no mirarme con descaro. Pero la tentación era demasiado fuerte y cada vez que levantaba la vista del papel me lanzaba unas breves pero intensas miradas furtivas. Yo, no queriendo evitarlo y le facilitaba la maniobra desviando la vista al techo como si pensara la respuesta unos instantes los que él aprovechaba para clavar con ansia sus ojos en mi cuerpo que se insinuaba desnudo bajo el camisón 
semitransparente.

Su mirada escrutadora parecía traspasar el tejido y me hacía sentirme como si estuviera totalmente desnuda. Notaba un intenso cosquilleo en mi vientre y un extraño afán exhibicionista se apoderó de mí. La perspectiva me encantaba. El desafío ante un hombre que definitivamente me gustaba era tan 
tentador que decidí que podía permitirme llevar la provocación un poco más lejos. Le ofrecí algo de beber y crucé todo la habitación contoneándome, con un escandaloso movimiento de caderas. Estaba segura de que el tenue camisón clareaba la redondez de mis nalgas y al alejarme sentí su mirada recorriéndome las piernas para clavarse en mi trasero. Luego, al servir los vasos, me incliné sobre la mesita sin ninguna precaución, con aparente descuido. Mi generoso escote le ofreció una completa y provocativa visión de mis pechos desnudos.

Él no podía ocultar su azoramiento y nerviosismo. Intentaba desviar la mirada. Yo estaba disfrutando tanto de la situación que decidí llevar aún más lejos mi maquinación. Yo seguía fingiendo distracción, y dejé las piernas ligeramente abiertas. Lo suficiente para que mi cortísimo camisón le permitiera vislumbrar levemente mi coñito depilado.


Su turbación se convirtió en verdadero desasosiego. No conseguía leer un párrafo completo sin que sus ojos se evadieran del papel para concentrarse unos segundos en mi entrepierna. Constantemente balbuceaba y pronunciaba mal y estaba super nervioso. La escena me calentaba y el cosquilleo que sentía en el vientre se hizo más intenso y profundo. No podía dominar el extraño deseo de exhibirme ante él, que me invadía. Mis rodillas se fueron separando muy lentamente por sí mismas, forzando a mi escueto camisón a deslizarse hacia arriba por mis muslos.


Terminé con las piernas convenientemente abiertas para que pudiera disfrutar una completa panorámica total de mi, a estas alturas, mojado coñito. Aunque yo intentaba disimularlo manteniendo una actitud aparentemente despreocupada, era evidente que esa obscena postura no era fruto del descuido.La persistente e impúdica exhibición de mi sexo representaba una clara y deliberada provocación por mi parte que acabó por motivar un radical cambio en su aptitud. En un completo y desafiante silencio, mantuvo sus ojos clavados en mí con atrevimiento, devorándome con su mirada penetrante.


Me mantuve inmóvil con una cándida e inocente sonrisa pintada en mi cara. Aquella forma de contemplarme intensificó mi excitación y agudizó el capricho de exhibirme. Una creciente humedad se iba formando en mi entrepierna, principal objeto de su atención. No pude evitar mirarle a los ojos con insinuante descaro sin que él desviase su mirada desafiante.


Si esperaba que me intimidase se equivocaba porque, en lugar de retraerme, decidí abrirme definitiva y completamente de piernas. Cuando diviso los rosados labios de mi sexo que destacaban palpitantes, su corazón se acelero y el ambiente se cargó de una lujuriosa sensualidad. Transcurrieron unos momentos ante su indecisión. Dibujé una sonrisa de pícara satisfacción y me humedecí los labios con la lengua, en un gesto lleno de lascivia y voluptuosidad. Y aquello fue el detonante final que le hizo vencer cualquier atisbo de duda. Se puso de pie a mi lado se abrió la bragueta para liberar una enorme y rígida polla que saltó como un resorte y quedó apuntándome tiesa y desafiante a escasos centímetros de mi cara. La miré con gula y nada más propinarle el primer lengüetazo de arriba abajo, comenzó a acariciarme ansiosamente los pechos sobre el camisón. Me introduje con glotonería su formidable miembro en la boca y empecé a lamerlo y a chuparlo con fruición, metiéndolo y sacándolo y propinándole enérgicas caricias con la lengua. Mientras él me estaba deleitando con un hábil manoseo en las tetas y me pellizcaba suavemente los pezones hasta que me cogió en brazos para dejarme tumbada sobre la cama. Echada boca arriba con el camisón arrugado a la altura de las tetas, las piernas totalmente abiertas, inició una serie de variadas y suaves caricias de su lengua por mis pechos mordisqueándome los pezones para bajar luego hacia mi sexo. Aquellas deliciosas lamidas recorriendo mi raja me volvían loca de deseo. Él jadeaba enardecido, su lengua se esmeraba en insuperables lamidas incidiendo con destreza en el clítoris causándome verdaderos espasmos de placer.


Girando encima de mi, sentí su polla en mi boca, me la metí de nuevo hasta el fondo, a estas alturas vibraba y se estremecía con los estertores previos al orgasmo e intensifiqué la succión sobre el glande con el máximo ardor. Los lengüetazos sobre mi clítoris se habían vuelto irresistibles, su lengua penetraba dulcemente en mi vagina provocándome una deliciosa sensación de goce que me hacía temblar de placer. Jadeando entre espasmos, tras dos fuertes convulsiones, llegue al orgasmo. Estaba tan concentrada en mi propio goce que el primer disparo de semen me agarro desprevenida.


La potente ráfaga impacto con fuerza en mi mejilla formando un cálido reguero de leche pastosa que resbalaba como un torrente goteando sobre mis tetas. Conseguí atrapar su miembro con los labios y metérmelo en la boca justo a tiempo para que la segunda erupción se estrellase contra mi paladar. Succioné con fuerza la palpitante polla mientras vomitaba con profusión una inmensa cantidad de esperma que me llenó toda la boca, inundándola de deliciosa crema. Me encontraba al borde del éxtasis temblando y sudorosa. El hábil chupeteo de su lengua en mi clítoris se convirtió en una fricción tan enérgica que sin poder evitarlo me corrí convulsionándome y vibrando de gusto en un orgasmo fortísimo e interminable. Las potentes oleadas de intenso placer que me invadían, me impulsaban a emitir exagerados gemidos de satisfacción. Pero el enorme miembro que vibraba en mis labios no cesaba un instante de vomitar semen. Al no poder reprimir los agudos gemidos que pugnaban por salir de mi garganta, con toda la boca anegada de esperma, casi me atraganto.


Aún estaba alterada por los estertores finales de mi intenso y largo orgasmo. Pero yo sorbía con fuerza su debilitado miembro para extraer golosamente las últimas gotas de su eyaculación. Se dejo caer a mi lado, exhausto y satisfecho, mientras con cadencia me tocaba la mejilla, le mire y le dije: Esto solo ha sido el primer asalto....




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