No es ningún secreto que los hombres tienen mejor relación con sus penes
que nosotras con nuestras vaginas. A ver, ellos llevan toda la vida mirándolo,
midiéndolo, tocándolo, comparándolo, acariciándolo, protegiéndolo, jurando por
todos sus atributos... ¿Y nosotras? ¿Sabemos cuánto nos mide la vagina? ¿Qué
partes la componen? ¿Qué le gusta o le desagrada, qué la despierta, qué la
adormece, cómo hacerla vibrar? ¿Sabemos, si quiera, qué aspecto tiene? ¿Nos
importa...?
Creo que el secreto para tener un "coño matrícula de honor"
(siempre a título personal, ojo!!), no es otra cosa que quererse mucho a una misma.
Y eso empieza por mirarse. No hace falta ser contorsionista ni trabajar en el
Circo del Sol para saber qué aspecto tiene esa parte de nosotras. Que nadie se
me luxe las lumbares, vive Dios, que sólo necesitamos un espejo entre laspiernas y echar un vistacito. Pero un rato largo, removiendo bien los
entresijos con las manitas limpias. Sin miedo y sin vergüenza.
Hace algún tiempo, en un programa de televisión sobre sexo le
preguntaron a una mujer a qué se parecía su vulva y ella respondió entre
ofendida y orgullosa: "Eso pregúntaselo a mi marido, que es quien la mira.
Yo no lo sé". Me quedé tan estupefacta como la presentadora (el marido no
sabía dónde meterse de la vergüenza) y corrí a por un espejo para memorizar
todos mis recovecos, porque si algún día alguien me pregunta a qué se parece mi
sexo, quería poder contestar sin ayuda de nadie que es como una mariposa con
las alas desplegadas, o como un capullo de seda, o como un helado derretido,
o...
Yo estoy por apostar que hay tantas distintas como mujeres, aunque debo
confesar que, en vivo y en directo, no he visto más que diez o quince vaginas
distintas a la mía.
La verdad es que mi mejor amiga Mª Carmen esta
“chapada a la antigua”, y aún refunfuña
porque un hombre intente comerle el coño.
-"Tú fíjate, Maria... ¿Cómo se le ocurre...? Por supuesto que les
digo que no". Lo dice tan convencida que, a falta de una educación
represora (que no ha tenido), me cuesta un mundo que reconozca que el motivo
fundamental es que se avergüenza de su vagina. Le parece "fea",
"sucia, porque por ahí hacemos pis" y "apestosa".
-"¿Pero tú la has visto bien, la has olido y la has probado?",
le digo. Mª Carmen me mira como si
me hubieran salido antenas en la cabeza.
Mujeres!!!...yo os animo a que empecéis a conocer vuestra vulva, esa
parte de vuestra anatomía que tanto deseo, placer y gozo da a los hombres. Las
hay de tantas formas, colores, sabores…creo yo que como mujeres hay en este
bendito mundo, ninguna es igual a otra, las puede haber depiladas, sin depilar, jóvenes, viejas,
pequeñas, grandes, heterosexuales, lesbianas, transexuales...
La primera vez que me miré el sexo tendría unos 11 años. Empezaba a
aparecer una pelusilla cubriéndome el pubis y sentía curiosidad. No recuerdo
que me pareciera espantosamente feo, como dicen algunas mujeres que es. Y
reconozco que estaba impaciente por saber cuál sería su aspecto final cuando mi
adolescencia terminase de eclosionar.
El segundo vistazo llegó algunos años más adelante, en plena
efervescencia hormonal. Sentada estudiando para algún examen, me crucé de
piernas sobre el asiento y el talón rozó un punto que me hizo saltar. Yo ya me
había masturbado antes, casi accidentalmente, pero en realidad no sabía
localizar exactamente la fuente del placer. Aquella tarde, por supuesto, seguí
rozándome con los talones, como hacen disimuladamente las geishas, hasta que
acabé mojando de excitación la tapicería de la silla. ¡Guau! Pensé: "Voy a
ver qué es esto que mola tanto...". Así es que saqué el espejito de
aumento del baño, me quité las bragas y me senté a recorrer la geografía
retorcida, sonrosada, frondosa y un poco barroca de mi sexo. Por supuesto,
encontré rápidamente el clítoris, todavía hinchado por el reciente orgasmo, y
me cayó fenomenal. Nos hicimos muy amigos. Inseparables, vaya...
Desde entonces no le niego a nadie que lo desee (y que yo desee, claro)
el placer de conocerme desde ese ángulo, porque lo encuentro íntimo,
agradecido, placentero, bellísimo y profundamente misterioso. Por eso no puedo
comprender cómo es posible que haya mujeres que no se hayan mirado nunca el
sexo o que, habiéndolo hecho, no hayan caído subyugadas por él.
La mayor parte de estos casos, creo que se debe a una falta de autoaceptación y en la
consiguiente negativa a algo tan placentero como el sexo oral. Tiene sentido,
¿no? Porque, a ver... ¿Dejarías que tu chico (o, peor, uno que acabas de
conocer) se llevase a la boca una parte de ti de la que no te sientes
especialmente orgullosa, que hace siglos que no miras y que no te agrada casi
ni tocar?
Estoy empezando a sospechar que los hombres no sólo tienen una gran
relación con sus penes... sino que estoy segura que muchos tienen mejor
relación con las vaginas que algunas mujeres. Cosa que entiendo, pero lo que no
me cabe en la cabeza, es que siendo portadoras de esta fuente de fascinación y
me atrevería a decir, misticismo, algunas mujeres no sepan todavía qué forma tiene ese poder que tienen entre sus piernas.
Para muchas mujeres su apariencia genital es una fuente de ansiedad,
creo que muchas personas, y especialmente las mujeres, no saben que las vaginas
y los labios son tan diferentes como las caras. Exactamente igual que no hay 2
penes idénticos.
Por lo tanto, mi consejo?...prueba y da a probar tu coño, en un
principio (para empezar, no a cualquiera), empieza por un follaamigo, o una
pareja liberal que hayas conocido (las chicas solas seguimos siendo el Santo
Grial del ambiente liberal, lo más buscado y deseado) o si te da más morbo,
entra en un club liberal, sola o con pareja y disfruta en un intercambio de parejas del placer que tu vulva te da, de esa descarga eléctrica que te tensa
los músculos, te desconecta del cerebro por unos segundos y te hace levitar…a
que es una buena forma de empezar a amar tu vulva?