El estigma que
rodea al porno hace que con solo decir la palabra muchas personas se ruboricen
y otras se imaginen a un hombre de mediana edad, de aspecto poco agradable a la
vista y con una vida nada envidiable, sentado en el sillón de su oscuro salón viendo
una película codificada en la televisión.
La realidad, sin embargo, es que el porno tiene un amplio abanico
de personas dentro de su público y no son todas ellas pertenecen al género
masculino. Sí, las mujeres también ven porno y sus hábitos de consumo en este sector han sido
registrados en un estudio llevado
a cabo por el famoso portal de pornografía en Internet, PornHub.
Representan nada más y nada
menos que el 26% de los usuarios
registrados de este portal son mujeres: “Un tráfico suficientemente grande como para generar una caída
masiva de visitas el día de la Marcha de las Mujeres contra Trump en enero de
2017”, aseguran desde PornHub.
En cuanto a la forma de acceder al contenido, el estudio de
audiencias demuestra que las mujeres son mucho más proclives a hacerlo desde
sus dispositivos móviles: el 79,8% del tráfico femenino
llega a la web desde móvil, mientras que la cifra de los hombres es del 69,2%. Esta diferencia
de casi un 10% entre hombres y mujeres se ha mantenido así desde mediados de
2014, aunque el porcentaje de entradas por móvil ha ido en aumento en ambos
géneros.
En cuanto al tipo de vídeos que prefieren consumir, Erika Lust,
precursora del movimiento de la pornografía feminista y productora de cine para
adultos, explica que “las mujeres tenemos una fantasía sexual mucho más variada, de múltiples
gustos y, somos más difíciles de descifrar que los hombres”, nos comenta. Lust
apuesta por la diversidad en un sector que todavía está hecho de manera
mayoritaria para los hombres.
No es de extrañar entonces que los resultados de otro estudio de PornHub mostrasen que lo más consumido por mujeres es
el porno lésbico, seguido del gay. En el caso de los hombres, estas categorías no entran ni
siquiera dentro de las cinco más vistas.
Raúl Padilla, sexólogo, psicólogo y experto en terapia de pareja
afirma que las fantasías masculinas y las femeninas muchas veces no coinciden:
“Existe una gran aceptación que tiene el público femenino hacia la temática
porno lésbica, cuando la de contenido gay en el
género masculino es casi tabú”.
Este interés de las mujeres en ver pornografía homosexual llamó la
atención de la profesora de la Middlesex University (Londres), Lucy Neville,
que decidió -en 2014- llevar a cabo una investigación una
al
respecto. Tras realizar una encuesta a 275 mujeres, la experta descubrió que el
gusto por este tipo de pornografía se debía en parte a un rechazo hacia el porno heterosexual.
“Las mujeres se sienten explotadas por el porno heterosexual. La invisibilidad
del placer femenino, el hecho de que se identifiquen con la actriz y que el
acto sexual ocurra desde una perspectiva masculina hace que no disfruten del
erotismo de verlo”, aseguró Neville. “En el caso del porno homosexual ninguna
de las partes es degradada”, añadió.
El sexo, una identidad individual
Con independencia del contenido erótico de estos portales e
incluso de nuestra pareja, la intimidad sexual femenina es
mucho más rica de lo que, a priori, puedan mostrarnos estas webs de contenido
sexual. Lo que sí es cierto es que si compartimos nuestras fantasías, la
libido se alimenta por dos, la imaginación se multiplica y el placer puede ser
mayor, enriqueciendo así la sexualidad de la pareja.
Lucy NEVILLE
Profesora e investigadora de la Middlesex
University
“El
sexo, a través del porno, puede ser muy divertido y estimulante, ya sea por imitación de lo que están haciendo o por
aprovechar la inercia y centrarse en la otra persona y en el propio placer”,
afirma Raúl. Pero, otra cosa es que nos apetezca o no. Padilla asegura que el
porno está generalmente asociado a la intimidad individual. El porno es una vía
para el sexo íntima, por ello resulta uno de los principales problemas que se
le puede plantear a una persona a la hora de compartirlo en pareja.
Tradicionalmente
la pornografía ha sido dirigida hacia el público masculino ya que era consumida
casi en su totalidad por hombres, expresa Padilla. Por eso, para que hombres y
mujeres encuentren más puntos en común en sus gustos sexuales personales,
quizás habría que comenzar por hacer un porno más heterogéneo.
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