Freyax

domingo, 22 de enero de 2017

Sueño enmascarado


¿Te cuento mi sueño recurrente?

He soñado que estaba tumbada sobre la cama, llevaba un camisón blanco y la melena suelta. Estaba anocheciendo, pero aún quedaba un poco de luz. Observaba los reflejos del sol en el techo, mientras esperaba a que llegará mi amante.

Al fin llegó. Como de costumbre, llevaba una máscara que le cubría la mitad superior de la cara, sonrió con la expresión de alguien que lleva mucho tiempo soñando con una buena “comida”. Llevaba una camisa blanca. Se la desabrochó para que yo pudiera ver su torso desnudo. Tenía la piel bronceada y cubierta por un poco de vello oscuro. Cuando estuvo lo bastante cerca, alargué los brazos y los atraje hacia mí para poder recorrerle los labios con la punta de los dedos.

Le dije que lo había echado de menos. Él me prometió que no volvería a estar tanto tiempo lejos de mí.

Se tumbó a mi lado y empezamos a besarnos. La sensación de su boca sobre la mía era excitante. Tenía los labios cálidos y suaves. Su deliciosa lengua acarició la mía, e inmediatamente sentí que todo mi cuerpo se abría a él. Ansiosa por sus besos y sus caricias, traté de abrir los botones de la camisa que aún seguían abrochados.

Me hizo un gesto negativo con la cabeza, agarrándome las muñecas y tumbándome de espaldas con los brazos abiertos.

No podía moverme. Me acarició el cuello con la nariz antes de besarlo. Era una combinación de cosquillas y excitación. Siguió besándome hasta llegar al hueco entre mis clavículas. Sentado sobre mis piernas, me levantó el camisón hasta la cintura, dejando al descubierto mi vientre y mi coño. Bajé la vista hacia sus pantalones y vi que estaban tirantes debido a la erección que crecía mientras pensaba en lo que iba a hacerme.

Me terminó de quitar el camisón, dejándome completamente desnuda. Juguetona me metí el dedo en la boca y lo miré, provocándolo.

Él se levantó entonces de la cama y, tras agarrarme de los tobillos, tiró de mí hasta que mi culo quedó en el extremo del colchón, con las piernas colgando. Se arrodilló y comenzó a besarme en el muslo derecho hasta llegar a mi coñito. La sensación de su aliento, era una tortura.

Le supliqué que no me provocará más, y él me contestó que haría lo que quisiera conmigo. 

Volvió a bajar la cabeza, y con los dedos separó los labios de mi vagina y deslizó la lengua por ella, de forma lenta y deliberada. Jugueteó con mi clítoris con la punta de la lengua, moviendo lentamente la lengua de un lado al otro, mientras con un dedo de la otra mano estimulaba mi culito. Alcé las caderas para acercarme más, animándolo a acelerar el ritmo, pero él siguió con su ritmo lento, provocándome sin piedad.

Saco su dedo mi culito, y sin dejar de lamerme, deslizó un dedo dentro de mi coño, sentí que mis paredes vaginales se contraían alrededor de su dedo para no dejarlo salir. Y de repente paró.

Pero su lengua no lo hizo, aceleró el movimiento, se restregaba contra mis pliegues, su lengua daba vueltas alrededor de mi clítoris, y cada vez su boca entraba un poco más.

La respiración se me agitó hasta que empecé a jadear, me corrí en medio de oleadas de éxtasis, mientras mi cuerpo se levantaba y se retorcía. Grité de placer.

Mi amante enmascarado volvió a tumbarse a mi lado sobre el colchón. Me recorrió el centro del tembloroso cuerpo con un dedo, desde el cuello hasta el pubis, provocándome un estremecimiento de placer. Se volvió, quedamos cara a cara y me besó, un beso silencio, lánguido y lleno de promesas futuras…de sueños futuros.





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